Expresiones para repensar de lo que sucede en los centros educativos en el tiempo de recreo:
“El campo de fútbol es el lugar más atractivo. Pero es “propiedad” de los mayores. Son los primeros que lo ocupan. Después, el resto de los niños, nunca las niñas.”
“Hay otro espacio, la barandilla. Está siempre ocupado por niñas. No es un espacio útil a nadie. Están ahí porque quieren. Para ellas es el observatorio.”
"Creo que el espacio puede ser muy determinante tal como está organizado. Hay mucha predisposición a jugar con el balón.”
"Claro, un espacio tan pautado, con porterías y canastas, condiciona totalmente"...
Aunque el profesorado reconozca la existencia de situaciones de discriminación y de agresividad en las relaciones interpersonales, se resiste a modificar una tradición escolar profundamente arraigada.
Cambiar el patio desde la coeducación supone sacudir los cimientos culturales de la escuela, otorgar valores educativos diferentes al tiempo escolar, supone “complicarse la vida” en algo que antes no era un problema, supone conflictos potenciales con compañeros y compañeras del claustro, supone echarse a los niños encima porque se les va a quitar poder, supone luchar para que las niñas reivindiquen lo que es justo, etc. El cambio es un camino con más espinas que rosas, pero para que sea efectivo es preferible pincharse y luego sanar la herida. Cualquier otra alternativa puede dejar a demasiada gente por el camino.
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